La autoestima se define como la evaluación que hacemos de nosotros mismos, de acuerdo al modo en que nos percibimos. Este grupo de percepciones abarca pensamientos, sentimientos, actuaciones y, en el aspecto físico, los rasgos externos del cuerpo, formas y tamaños. Dentro del esquema de jerarquización desarrollado por Abraham Maslow, aparece el amor propio, con su requerimiento de alimentación y cuidados, y es allí donde los trofeos baratos cumplen su función.
La famosa pirámide de Maslow muestra de una manera gráfica y sencilla de entender cuáles son las necesidades humanas básicas, clasificadas en renglones. De abajo hacia arriba, en el primero, o sea el que está en la base, se encuentra la fisiología, que incluye comer, dormir, respirar, descansar, etc. El segundo toca la seguridad, la protección física y el hogar. El tercero apunta a las interrelaciones sociales, ser amados, tener amigos y pertenecer a un grupo.
El cuarto renglón nos muestra la necesidad de cuidar la autoestima, la autoconfianza, tener éxito y ser respetados. Es decir, aquí aparecen dos aspectos diferentes, uno que se identifica con la autopercepción, la confianza en nosotros mismos, la pericia, etc., y otro relacionado con áreas como la admiración y la aceptación que recibimos de aquellos que nos rodean. En el último nivel está la autorrealización.
En muchas ocasiones puede parecer que quienes destacan en el aspecto deportivo solo buscan la fama y la adulación, pero según Maslow en realidad nos llena ser sinceramente apreciados. La aceptación incondicional de quienes somos y lo que hacemos por parte del público, es una fuente profunda de satisfacción que no se seca nunca.
El atletismo abarca un conjunto de actividades que exigen velocidad, coordinación, resistencia y fuerza. En este grupo se encuentran las carreras, largas o cortas (de 100 a 3000 m), con o sin vallas u obstáculos, y los maratones (42 195 m); los saltos (solos o con pértiga), los lanzamientos (pesos, discos, martillos y jabalinas), y las pruebas mixtas (pentatlón, heptatlón, decatlón, etc.).
Convertirse en campeón de pruebas atléticas no es algo sencillo y, definitivamente, no cualquiera es capaz de hacerlo. Incluso aunque muchos participen, solo uno ganará el primer lugar, el segundo y el tercero en cada competición. O sea, estos tres campeones reciben todo el reconocimiento, respeto y admiración por parte de la organización patrocinadora y de los asistentes al evento.
Cuando se trata de los Juegos Olímpicos, por ejemplo, que se celebran cada 4 años, el público además alcanza cifras de millones de personas que atienden a los eventos a través de la televisión o de Internet. Y la ceremonia de entrega de premios después de la propia participación de los atletas es, sin duda, el acto más importante, en la que la entrega del trofeo se convierte para el ganador en el momento supremo de reconocimiento de su vida.